Duero-Esgueva
Te enamorarás de sus colores
Sus suelos son ricos y fértiles, idóneos para el cultivo de regadío, teniendo como denominador común el viñedo.
Estamos en la zona que alcanza las cotas más elevadas de la provincia de Valladolid. Desde el margen derecho del río Duero, pequeñas colinas nos transportan suavemente hasta el Valle del Esgueva, que recorre la parte nororiental de la provincia y desemboca en el Pisuerga en Valladolid.
Su paisaje es relativamente homogéneo, con suelos poco aptos para el cultivo, con arbolado de carrasca y quejigos y donde el bosque de encinas cobra importancia.
En cuanto a la fauna abundan especies cinegéticas como la liebre, la paloma torcaz o la perdiz. Entre las aves rapaces destacan el ratonero y el milano real. El embalse de Encinas de Esgueva también ha favorecido la instalación de una colonia de aves acuáticas. Interesantes no sólo por la presencia habitual de fochas comunes y ánades reales, sino por la existencia de patos buceadores como el porrón común y el cormorán.
Ya en invierno, es posible ver a un nutrido grupo de gaviotas reidoras. Esta zona también es la adecuada para observar alguna que otra ave rapaz, entre las que cabe resaltar el buitre leonado.
Podemos recorrer el valle realizando el G.R. 27 sector Oeste-Este Valle del Esgueva. O en bicicleta, desde Encinas de Esgueva hasta Valladolid, pasando por pueblos como Torre de Esgueva, Villafuerte, Piña, Olmos, Castronuevo o Renedo. En esta última localidad podemos visitar el Centro de Interpretación del Valle del Esgueva y pasarlo bien en el Parque “Valle de los 6 Sentidos”.
Una visita imperdible es el Museo Provincial del Vino, donde se puede conocer diversos aspectos relacionados con este elemento y la historia de su cultivo en la zona desde el siglo I.
Otro de los valles interesantes de la zona es el Valle del Cuco, que sirve de enlace entre el Valle del Esgueva y el del Duero. Es un espacio natural singular por la abundancia de elementos vegetales. Lo forman los términos municipales de San Llorente, Corrales, Valdearcos, Bocos y Curiel. El Arroyo del Cuco, que desemboca en el río Duero, se encajona en la horizontalidad del páramo y crea un largo y frondoso valle que se abre a la Vega del Duero.
Otros valles que se abren perpendiculares al río son el Valle de Curiel, el del río Botijas, el del Valcorba o el del arroyo del Henar entre otros. La gastronomía del Duero está especialmente vinculada al plato estrella de toda la provincia: el lechazo, que tanto asado al horno de leña, en chuletillas a la brasa o frito estará igual de exquisito.
El paisaje ribereño, su arte y la sabrosa cocina tradicional, todo ello acompañado de vinos tan notables como los de la Ribera del Duero, nos animará más si cabe, a conocer esta increíble zona.